Google+ Idearium: Terapias naturales con rosas

jueves, 28 de noviembre de 2013

Terapias naturales con rosas

Del maravilloso y mágico blog Luces de Rivendel - que os animo a visitar - os traigo estas terapias con rosas que nos propone Rivendelian, su autora.

Con el nombre de Rosa Gallica se denomina a la típica rosa castellana, también llamada "francesa", de color rosa o rojo, aunque para las preparaciones específicas para terapias es más recomendable la variedad de color rojo, pues tiene mayor concentración de principios activos, especialmente esencias. A la rosa se la ha considerado siempre la reina de las flores. Simplemente con su belleza y aroma ya nos proporciona suficiente regalo, pero tiene aún muchos más tesoros que ofrecernos. Hay testimonios históricos que confirman que ya en la Edad Media, Carlomagno conocía sus virtudes curativas. En el Capitulare de villis vel curtis imperii, un acta legislativa que data de finales del siglo VIII, el emperador decreta que sean cultivadas en sus jardines reales junto con otro centenar de plantas, árboles y arbustos más, conocidos todos por sus virtudes medicinales. La flor de aquella época era la Rosa canina especie silvestre.

Entre los principios activos presentes en la rosa destacan los taninos, glucósidos, cianina, quercetina, esencia
y principios amargos. Entre los elementos beneficiosos para la salud encontramos vitamina C, pectina, ácido málico y ácido cítrico. La principal virtud de la rosa es la de ser astringente, tanto por vía interna como externa (es una de las funciones principales de los taninos y los principios amargos presentes en cualquier planta). Lo ideal para nuestras preparaciones sería poder utilizar flores procedentes de nuestro propio jardín, flores “de confianza”, totalmente biológicas, que no hayan sido tratadas con pesticidas ni preparados químicos de ningún tipo. Pero como no tod@s tenemos la suerte de cultivar rosas, trataremos de conseguir ejemplares que conozcamos bien desde el inicio de su desarrollo y que sepamos a ciencia cierta que no les han aplicado productos químicos.

Lo más conveniente es recoger los pétalos en los días soleados y secos de primavera o verano y ponerlos a secar inmediatamente para que conserven todas sus propiedades. Se recomienda dejarlos secar al sol sobre una bandeja grande en la que hayamos colocado previamente papel de cocina, que actuará como absorbente del exceso de humedad. Hay que remover de vez en cuando los pétalos para que se sequen uniformemente. Si hace calor, suelen estar listos en un sólo día, aunque es aconsejable dejarlos un día más para asegurarnos de que han perdido toda la humedad. Cuando el tiempo no acompaña debemos dejarlos en un lugar aireado, cálido y seco, protegido de la humedad. En este caso tardarán en secarse completamente unos tres o cuatro días, pero se convertirán en un maravilloso ambientador natural donde los coloquéis. Cuando se hayan secado del todo y estén crujientes al tacto, ya podemos guardarlos hasta que los utilicemos en botes de cristal vacíos, de mermelada, legumbres, etc, y después poner una etiqueta con la fecha de recogida, el nombre del producto y sus indicaciones. Conviene dejar los botes sin cerrar del todo un par de días por si quedara algo de humedad, para evitar que se formen hongos en los pétalos. Agitadlos de vez en cuando a fin de que no se apelmacen y queden sueltos.

Uso interno

La rosa es principalmente antidiarréica, hemostática y antiinflamatoria. Por eso la podemos usar en casos de inflamaciones de garganta, mucosidad nasal y bronquial, y también como sedante en inflamaciones del sistema digestivo.

Consumir regularmente infusiones de rosas os ayudará a desintoxicar vuestro organismo gracias a sus efectos diuréticos, por lo que es ideal también para disminuir la retención de líquidos. Asimismo, es efectiva para problemas respiratorios y de garganta causados por la gripe y resfriados.
En el sistema digestivo es capaz de regular las funciones de las bacterias que promueven el funcionamiento normal del estómago y ambos intestinos, por lo que es un remedio eficaz contra diarreas y estreñimientos.
La rosa ayuda a limpiar el hígado y la vesícula. También es una buena aliada para la salud femenina, ya que tiene la capacidad de disminuir las reglas demasiado abundantes y aliviar los dolores menstruales y la congestión del útero.

Además, produce un efecto estimulante sobre el sistema nervioso que sirve para aliviar la depresión y la fatiga. Es especialmente útil cuando se necesita una acción tónica sobre el organismo en general, como en el caso de niños en edad de crecimiento, convalecientes y ancianos.

Es estupenda para regenerar la flora benéfica intestinal después de tratamientos con antibióticos.
Todos estos trastornos los podemos tratar con infusiones o jarabe de pétalos de rosas, que son muy fáciles de preparar. Sólo necesitamos pétalos secos o rosas frescas.

Infusión o té de rosas, echaremos en agua hirviendo una cucharada de pétalos secos por taza. Se tapa completamente y se deja reposar entre 5-10 minutos. Si se hace con pétalos frescos lo dejaremos reposar en el agua hirviendo de 10 a 15 minutos. Se sirve endulzado con miel. Siempre que hagamos una infusión es importante que esté bien tapado, para que no se evaporen los principios activos más volátiles, como las esencias. Para las toses pulmonares se puede hacer un cocimiento, que es lo mismo, pero dejando hervir los pétalos durante dos o tres minutos. A continuación dejamos reposar cinco minutos.

Jarabe de rosas: se echan en un recipiente de cristal o cerámica 60 gramos de pétalos secos. Se vierte encima un litro de agua hirviendo y se deja macerar durante 24 horas. Lo filtramos y volvemos a cocer el líquido lentamente, con 800 gramos de miel o de azúcar moreno, hasta que vaya espesando. Se recomiendan de dos a cuatro cucharadas al día, para la tos, o como estimulante, antiinflamatorio o en caso de diarreas.

Jarabe de las nueve infusiones: Ésta es una variedad extremadamente concentrada y más laboriosa de hacer, pero que merece la pena pues ya desde antiguamente es un elixir muy apreciado. En el siglo XVI, el médico humanista y especialista en botánica Andrés de Laguna decía de él que “es la más saludable medicina de cuantas Dios creó para los mortales, conforta el estómago, refresca el hígado y el corazón, purga los humores superfluos y templa el ardor de la orina”.

Para elaborar este maravilloso jarabe se ponen en una botella de vidrio 180 gramos de pétalos de rosas y con un embudo se les echa por encima medio litro de agua hirviendo. Se tapa bien la botella y se deja macerar durante 6 horas. A continuación se cuela la infusión, exprimiendo un poco los pétalos y, después de haberla calentado de nuevo, se añaden otros 180 gramos de pétalos frescos. Se vuelve a dejar reposar la maceración durante 6 horas y se repite todo el proceso nueve veces en total hasta obtener un líquido que retenga el olor, el color y el sabor de las rosas. Con este líquido y azúcar moreno en proporción 6:4 se preparará un jarabe de la misma manera que el jarabe de rosas y se tomará con idéntica dosificación.

Miel de rosas: se prepara con el doble de pétalos siguiendo la receta del jarabe y usando miel clarita. Es útil en gárgaras para la garganta, y también sirve para calmar el dolor de los bebés durante la dentición. Uso externo

Uso externo

Pocas personas saben que la rosa es una aliada insustituible de la piel. Podemos confeccionar con ella productos de belleza como tónicos faciales astringentes, colirios, ungüentos… Está especialmente indicada para pieles delicadas, sensibles, con acné, grasa o inflamadas por couperose. Es importante insistir en su potencial como colirio en inflamaciones e irritaciones oculares, igualando el efecto de otras plantas que se han venido usando más tradicionalmente, como el aciano y la eufrasia.

Si la rosa nos parece bella y atractiva, deberíamos saber que ese potencial se extiende a nuestra propio piel, pues es el principal ingrediente del más preciado elixir de belleza: el agua de rosas. La podemos utilizar como tónico de limpieza facial, ya que es astringente, cierra los poros, elimina el exceso de grasa, las espinillas y el acné y es antiarrugas. Además de ayudarnos en nuestra rutina de belleza diaria, el agua de rosas hecha con flores de cultivo biológico se puede utilizar también para cicatrizar pequeñas heridas y para curar contusiones.

Agua de Rosas: la esencia de rosas es carísima, tal vez el más caro de todos los extractos del mundo. Para conseguir 1 litro de esencia es necesario destilar … ¡5.000 kilos de pétalos! Pero hay una forma más fácil para poder disfrutar de este auténtico lujo. Podemos elaborar agua de rosas casera: sólo tenemos que meter en un tarro de cristal los pétalos de una rosa roja grande (o dos pequeñas) y llenarlo de agua (a ser posible de manantial o mineral embotellada) hasta cubrirlos por completo. Lo tapamos herméticamente y lo dejamos un par de horas al sol, preferentemente al mediodía, que es cuando más calienta. De vez en cuando agitamos un poco el contenido y lo dejamos de nuevo al sol.

Pasadas las dos horas el calor solar habrá facilitado que los pétalos suelten de manera natural y paulatina sus principios activos. Podemos meterlo en la nevera y utilizarlo a conveniencia. Funciona muy bien empapando un algodón en el agua y aplicándolo sobre el rostro limpio, por la mañana y/o noche. Tiene el inconveniente de que sólo se conserva en la nevera un día o dos.

Pero si queremos que el tónico nos dure más podemos verter el agua de rosas en una bandeja de cubitos de hielo y guardarlo en el congelador. Así, cuando queramos utilizarlo, sólo tendremos que extraer un cubito, aplicándolo directamente sobre el cutis, o bien dejándolo fundir media hora antes en un vasito pequeño y empapar un algodón. El agua de rosas fría, además, ejercerá un efecto tensor sobre el rostro y se puede utilizar sobre la zona de los ojos, pues es buenísimo para las irritaciones, bolsas y ojeras.

La típica piel pre-adolescente, llena de granitos por la efervescencia hormonal, también se mejorará mucho con agua de rosas. Este tratamiento se puede complementar con jabón de rosas, fabricado según la receta habitual del jabón casero, pero incorporando pétalos y aceite esencial de rosas a la mezcla.

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